domingo, 9 de febrero de 2014

A la guerra.

Hoy he decidido que voy a la guerra. Me lo juego todo a una carta. Seguramente tengo más posibilidades de perder que de ganar; en todo caso quiero vivir.

Porqué no se puede vivir con un nudo de marinero en el estómago. No se puede vivir sin poder dormir la siesta diurna, ni la siesta nocturna. No se puede vivir pensando "qué hubiera pasado si...". No se puede porqué al final rebientas como una granada y salpicas a todos, hasta los que no han salido de casa porqué es domingo por la tarde y toca estar en el sofá.

Y seguramente sea más tozuda que una mula. Pero tras varios intentos he comprendido que no puedo cambiar según que cosas. En todo caso las tengo que explotar. Y a quien no le guste ya sabe el dicho.

Hay que arriesgar, porqué al final, lo máximo que puedes perder es el culo, y unas cuantas lágrimas. ¿Y qué? La vida sigue, como siempre ha hecho.

Me voy a la guerra, a luchar una última batalla. Esa batalla que sabes que lo más posible es que pierdas, pero hasta en los partidos en los que juega el primero contra el último, este tiene posibilidades de ganar, al menos de marcar algún gol.

A presionar o a media pista, pero en medio no hacemos nada. Y estoy cansada de quedarme en medio "por si". Que le den al "por si". Hoy toca atacar, pero atacar bien.

Feliz domingo.




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